por Antonio Lista
En 2010 le fue concedido al escultor (¿?) Richard Serra el premio Príncipe de Asturias de las Artes. para quien no lo conozca, decir que no es un premio menor. El premio trajo a la memoria una escultura, pretendidamente famosa y visitada por “autocares de turistas” según la prensa de Barcelona, que no es precisamente famosa por su neutralidad ideológica. Se trata de “El Muro”, o más bien “The Wall”, situada en la Plaça de la Palmera, en el popular barrio de La Verneda (Norte de Barcelona).
Dado que en mi barrio sólo vivíamos paletos, cuando se levantó la escultura nadie se enteró de que fuera tal cosa. De hecho, se construyó físicamente, de mampostería, pues no había dinero para el acero, material habitual del artista. Como el barrio sólo estaba poblado por paletos como yo, no nos enteramos de tal efemérides acaecida en 1984. El alcalde Serra había viajado a Nueva York para buscar artistas que trajeran su arte vanguardista a la ciudad.
Según la historiografía oficial de la Ciudad, que tiene aún un prestigio similar al de los diarios, el precio de esta escultura (y de otras ) se fijó en 20.000€, unos 9M de pesetas de la época (bastante más a precios de hoy), una suma que se consideraba “ridícula” comparada con otras obras.
Pero el responsable real de que la obra de Serra llegara al suburbio fue Oriol Bohigas, que desarrollaba su proyecto de”monumentalizar la periferia: “La idea de principio es que un barrio para sentirse barrio ha de disponer de un elemento representativo que lo aglutine.” Resulta bien curioso releer estas afirmaciones hoy. Desde su sillón municipal dedujo que aquel barrio (y otros) no se sentía barrio, esto es, no tenía “sentido del lugar”, porque carecía de elementos representativos (estos es, de núcleo semánticos). Pero la cuestión es: ¿se lo preguntaron a alguien? ¿De verdad la Verneda carecía de sentido del lugar? Y si así hubiera sido, ¿una escultura importada de Manhattan se lo iba a brindar? Por que fue una verdadera importación, pues como se aprecia en la imagen, en la isla existió una escultura similar y del mismo autor.
La verdad es que el asunto es bastante grave. Se trata a los habitantes del barrio (de éste y de otros) como ciudadanos completamente grises, incapaces de crear por convivencia un espacio valioso, puesto que no han creado sus propios símbolos a los que referir su espacio cotidiano. Y por ello, el poder local les debe brindar un símbolo de modernidad, para ver si así se hacen modernos de una vez. Despotismo ilustrado, pero con poca ilustración, la verdad.
Como se aprecia en la imagen inferior, cuando se inauguró la plaza todavía funcionaba una antigua fábrica que años más tarde, fue derribada por completo y de la cual sólo se conserva (obviamente), la chimenea. Aunque todavía no hemos podido averiguar el nombre de la industria, ésta aparecía con el curioso nombre de “Verneda Works” en las cartas náuticas de Barcelona elaboradas por el Almirantazgo Británico, porque en su día eran una referencia visual interesante para la recalada en el puerto. Qué cosas, en un barrio sin espacios simbólicos.
Resulta curioso ver cómo ha caminado la sensibilidad hacia el patrimonio industrial, pues casi seguro que la propia actuación en la plaza habría sido muy diferente de realizarse hoy. En cualquier caso, ésta, como otras fábricas del barrio que han desaparecido (como General Electric), tenían un innegable valor patrimonial que podría haberse puesto en valor parcialmente, al ser una zona densamente poblada, al contrario de lo que está pasando en el vecino 22@, donde lo escaso de la población residente dificulta bastante la regeneración de sus muchos espacios patrimoniales.
En cualquier caso el intento de crear patrimonio impostado creo que quedó en eso. El muro sigue ahí (a pesar del interés del PSUC por derribarlo), pero difícilmente se puede considerar como elemento patrimonial. Desde luego, la chimenea le saca bastante ventaja en el imaginario local. La fábrica… ya casi nadie al recuerda. Ah, peo esto fue alguna vez una barrio de obreros?
A esa falta de sensibilidad por parte de los vecinos ha contribuido sin duda la voluntad expresa del “artista” de “proponer al viandante una experiencia espacial nueva, obligándole a seguir una ruta diferente e involucrándolo en planos curvos, volúmenes y líneas que determinan el lugar como el “lugar transitivo” de la escultura”.
No es extraño que en 1989 los vecinos de Manhattan forzaran la retirada de la escultura que cortaba la plaza en dos y era por tanto, más un estorbo que un símbolo. La población de La Verneda, mucho más vanguardista, ha dejado el muro donde estaba, aunque muchos no lo sepan…
Nota: Como se puede apreciar, siento una especial inquina por éste artista, sobre todo por la explicación de su obra Equal-Parallel: Guernica-Bengasi tal vez la instalación menos interesante del Princesa Sofía, que “se perdió” en 1992 y que el propio autor repuso con un acopia en 2009. El motivo es la explicación que da al título, referido a los bombardeos de Gernica en 1937 y de Bengasi en 1986. Según Serra, la obra “alude al debate acerca del papel de la historia: si esta se agota en la experiencia corporal e individual, o si en cambio, su relato puede funcionar como construcción del mundo”. personalmente, fui uno de los que estaba en un puerto libio aquella noche, con mucha otra gente, y no sé lo que entiende el artista por experiencia “corporal e individual”, pero personalmente, me gustaría felicitar a los que perdieron la obra en el 92. Ni siquiera llega a manipulación, es sólo retórica de baja calidad. Por cierto, Serra nunca ha llevado su “arte” a Bengasi.