… al menos ese turismo amorfo, desapasionado y tan poco vital al que estamos tan acostumbrados y que, reconozcámoslo, todos hmos practicado alguna vez (o muchas).
Y es que el turismo, que es una industria muy beneficiosa y la única posible en muchos lugares, tiene curiosamente su cara más triste… en los propios turistas.
Hace ya años que con el maestro Xabi Eizaguirre bromeábamos con la frase que antiguamente rezaba en las prisiones:
“Odia al turismo y compadece al turista”
Pero la verdad es que no habíamos inventado nada:
“Los turistas son, en su mayor parte, una tribu de aspecto muy triste. He visto caras mucho más alegres en un funeral que en la plaza de San Marcos. De los turistas, la mayoría sólo llega a ofrecer un aspecto realmente feliz cuando logran unirse en bandada y fingir durante una breve y precaria hora que se encuentran en su tierra.”
Aldous Huxley, Along the road.
En realidad, el turismo también corrompe la realidad, altera las costumbres de todo lo que toca, y puede incluso destruir el medio natural y hasta el patrimonio, PERO ES UNA INDUSTRIA NECESARIA (al menos en lo que queda de siglo).
Y por lo tanto, en este blog, seguiremos dedicando tiempo y esfuerzo a integrar todo el patrimonio que haga falta como parte de esa indústria, eso sí, manteniendo el principio ético de que no debe atraer turistas tristes e indiferentes, si no personas en busca de sí mimas. Es decir, viajeros
“Un viajero viene a ver la realidad que ya está ahí. Un turista sólo viene a ver una realidad inventada para él.”
Malcolm Bradbury, Doctor Criminale (citado por P. Hollander).
La expresión se ajusta a la realidad. Nuestro trabajo, al planificar los espacios patrimoniales, debe ser ayudar al viajero a inventar una realidad rica, “con contenidos” que se dice ahora, cargada de significados. Que le aporte algo, vaya.