Cosa sia il paesaggio?
Ya vimos el otro día que los dos grandes temas que estaban de moda cuando vinisteis a Barcelona eran la Participación Ciudadana y el Paisaje. Este último, incluso mucho más importante entonces, y quizás todavía ahora con los “Paisajes Culturales”. En realidad, los paisajes tienen un problema para “uso” en Urbanismo: son siempre un resultado, no un proyecto. Si prtendes proyectar un paisaje, que es la expresión de una sociedad sobre un territorio, es evidente que estás pretendiendo condicionar el uso que esa sociedad hará del territorio. Y esa actitud, cada vez más frecuente basjo distintas fórmulas, es obviamente totalitaria.
Por entonces ya sabíamos que el paisaje como “objeto urbanístico” era una invención italiana, y también que, a pesar de sus inconsistencias, tenía un influjo benéfico para países culturalmente más atrasados como por ejemplo, España. Sin esa influencia, la intelectualidad local hubiera tenido que crear algún paradigma propio con consecuencias probablemente desastrosas.
¿Había funcionado el paradigma paisajístico en Italia? Pues sólo como opinión, creo que si. El/La italiano/a medio/a tiene una formación cultural que está muy por encima de la media de cualquier otro país que yo conozca. Tiene un gusto formado, que tu o yo podemos considerar quico o decadente, pero con más base que el tuyo y el mío juntos. Y lo que tal vez es mas importante, en Italia la expresión oral tiene un peso que es desconocido en Occidente. Los exámenes orales son tan frecuentes que incluso se dan en las Escuelas de Arquitectura! Para alguien que viene de un país donde se habla mucho (en los bares) pero se dice muy poco, resulta muy sorprendente. Y ya hemos visto que la retórica, hablada y escrita, tenían un peso muy importante para el Urbanismo Posmoderno.
El resultado más importante fue la aparición de Pianos Paesisticos, locales, provincial so incluso regionales, que pretendieron, y aun pretenden, introducir el paisaje como objetivo de proyecto, con suerte diversa.
La ciudad, el paisaje, la cultura, la igualdad, lo bueno y lo malo en definitiva, son términos lo bastante sugerentes y ambiguos como para que les podamos “dar forma” con una buena inyección de retórica. Es esa de hecho la raíz del posmodernismo: no hay definiciones objetivas porque siempre existiría una visión alternativa que… se adapten mejor a mis criterios, que recordemos son previos al análisis. Si quieres un buen ejemplo, este texto de uno de los profesores de nuestro Master:
“¿Cómo definimos la ciudad, entonces?
No la podemos definir por lo que es sino por lo que queremos que sea. La definición depende del proyecto de ciudad. La única manera de definir, hoy, qué es la ciudad es en función de la voluntad, de qué queremos que sea, qué connotación queremos que tenga. Ante todo, la definición de ciudad tiene una intencionalidad política. Es un acto normativo, de decisión, que tiene un trasfondo político, que favorece a unos y desfavorece a otros. El hecho de decir que la ciudad llegue hasta unos límites, determina quién queda dentro y quién queda fuera.”
Oriol Nel·lo
Este autor en concreto, es geógrafo antes que urbanista, y de hecho es una de las personas que por entonces mantenían fuertes vinculaciones doctrinales con Italia. En concreto, su referente, importado sobre todo a Cataluña, fue Francesco Indovina, que es economista.
Indovina fue una de las almas de lo que podíamos llamar “El Sueño de Ca Tron”, una parte del Istituto Univeristario di Arquittetura di Venezia que, aunque hoy parezca extraño, estaba dedicado exclusivamente al Planeamiento Urbano. Tuve la suerte de poder pasar allí un curso, en el mismo corazón del urbanismo posmoderno, pero a ese asunto habría que dedicarle una carta entera porque da mucho de si.
Indovina teorizaba sobre la Citta’ Difusa, una definición sugerente que explicaba el carácter “urbano” en lo social del poblamiento disperso de la llanura Padana, un fenómeno muy local y característico, que fue interpretado en Cataluña como un paradigma global que cada cual trató de aplicar como pudo a su pueblo. Consumo de literatura urbanística global como justificación para actuaciones locales. Si la bondad del proyecto viene dada por la firma del autor, ¿para qué voy a analizar el lugar concreto?
Pero en la distancia corta, Indovina era otra cosa. Pretendía sobre todo dar coherencia a los planes, de manera que lo que se dibujaba tuviera que ver con lo que el Plan se proponía realizar. No es poca cosa. Decía que los planes tenían que ser innovadores, interdependientes para tener en cuanta a todos los actores implicados y, sobre todo, tenían que exhibir su intencionalidad, exponiendo tanto los objetivos como la intencionalidad del autor. Este último principio, como se ve, es contrario al espíritu relativista de la Posmodernidad, y no tuvo apenas difusión.
Hay que recalcar que aquella influencia italiana no era algo uniforme, una corriente homogénea con dogmas y métodos propios, sino más bien una forma de entender el urbanismo que valoraba más la semiótica que los principios científicos. Porque en el fondo lo que proponía era trabajar más con con lo símbolos que con la realidad física, y el paisaje puede también ser entendido como símbolo.
En el caso de Ca Tron, como el el Politécnico de Milano y otros centros, los arquitectos de alguna manera pactaron el usufructo de los “hallazgos intelectuales” de economistas, sociólogos y naturalistas (¿geógrafos también?) para intentar aplicarlo al urbanismo a cambio de obtener el reconocimiento social de que ya no se preocupaban únicamente de su creatividad, sino del Bien Común”. El urbanismo contribuiría oficialmente a construir una sociedad mejor. En los peores casos, eso incluía también “un hombre mejor”.
Entre los urbanistas que hicieron suyo los postulados posmodernos, quizás el más influyente fue Bernardo Secchi. Ahora me parece incluso extraño haber podido asistir en vivo a algunas de sus lecciones magistrales. Eso era historia del urbanismo en vivo.
Secchi creía firmemente en la necesidad de compartir el diseño del territorio con otros profesionalespara conseguir, mas allá de la simple forma urbana, objetivos compartidos, “poéticos”, una sociedad mas justa. Recuerda cuando explicaba como para el Plan Provincial de La Spezia había contratado a un geólogo, y traslucía un verdadero interés por lo que pudiera aportar un científico así, tan diferente a un arquitecto, algo inaudito! Incluso se interesó por mi porque… yo tampoco era arquitecto, ¿qué hacía allí? Eso mismo me preguntaba yo mismo. Cuando murió en 2014 describieron sus clases como:
“un sapiente bilanciamento tra la sequenza logica dell’illuminismo padano e le iperboli ellittiche dei filosofi francesi.”
Valerio Paolo Mosco
Una descripción adecuada en tanto que, como toda la Posmodernidad, es muy sugerente pero difícilmente aplicable en la práctica. Solía dar una referencia musical muy gráfica: decía que tras siglos de grandes músicos Bach, Bethoveen… parecía que sólo había una manera de hacer música, “pero luego llegaron Schomberg, Berg y Webern y demostraron que había otras formas de crear”. A mi, que tenía música en casa, me pareció una vez más una idea muy sugerente, pero muy poco realista, porque la música dodecafónica, al final, había quedado para unos muy pocos fieles radicalizados, pero no había conseguido crear un nuevo paradigma musical. Algo así como pasó con el urbanismo posmoderno.
El mismo Secchi no era tan radical, y solía señalar el riesgo de la “urbanística descriptiva”, con muchas aportaciones externas de las ciencias sociales y otras fuente que resultaban, en realidad, improductivas. Datos, gran cantidad de datos que no llegan a convertirse en información, menos aun en conocimiento. Esto, más que un riesgo es una pesada realidad en la actualidad, con planes que incluyen numerosos mapas temáticos que no están referidos a necesidades de expresión geográfica reales, sino a un listado que protocolariamente se deben incluir. Información adicional al verdadero plano que, ya sea interesante o no, puede incluso quedar sin lectores.
Al final, este tipo de planeamiento es “muy sugerente”, incluso literariamente aceptable, pero como texto que es, suele prestar más atención a los símbolos que a la actuación física sobre el territorio, por lo que esta se resuelve casi siempre “con los métodos tradicionales”. Quizás por eso resulte tan difícil distinguir un paisaje posmoderno de uno que, simplemente, tenga aires de modernidad.
Hubo sin embargo, muy notables excepciones, y en particular el geógrafo Giussepe Dematteis, quien en lugar de tratar de influenciar a la urbanística, se dedicó a hacer avanzar a la geografía a partir de su esencia tradicional: la descripción del territorio, a la búsqueda del “Proyecto Implícito”, aquel que nace “de forma natural” del propio territorio. Un aventura fascinante de la que hablaremos otro día.
Para leer más (y mejor)
G. Astengo, Assisi: Piano generale e Piani particolareggiati di primo intervento, in «Urbanistica», 1958 (I ristampa 1965), 24-25, pp. 1-124.