Se “rebelaron” en su día, hoy la Vanguardia nos “revela” por qué. ¡Más vale tarde que nunca!
Hoy 16 de abril de 2021, hace 30 La Vanguardia es esa institución tan barcelonesa que se caracteriza porque siempre sale a flote, pase lo que pase. Así durante el Proceso Olímpico fue como siempre la voz de clase dominante de la ciudad, que hizo de sus sueños internacionalista, realidad. ¿A qué precio para la Ciudad?
El resultado de todo aquel ataque frontal a la esencia del barrio más popular de Barcelona es el que todos podemos ver hoy paseando por su paseo marítimo, desierto de barcelonautas pese a los esfuerzos totalitarios de la actual alcaldesa (y de otros no tan actuales) por decirle a la gente donde tiene que pasear. Parece que se han fijado también en las Rambles, de donde quieren extraer todo resto de ocupación comercial de la vía, algo que curiosamente no hemos visto que pase en el mundo Mediterráneo ¿Por qué será? ¿Ya no somos mediterráneos? Dicen que quieren devolverle a les Rambles su estado original…
Pero volvamos a los chiringuitos para leer entre líneas, única manera de que la lectura de La Vanguardia resulte de algún interés, a parte de las magníficas fotografías). veamos esta curiosa definición, que oculta otras más verosímiles:
Chiringuito: Local estratégicamente ubicado en la costa catalana que pese a ‘robar’ kilómetros al mar o quizá gracias a ello, adquiere carisma y se convierte en un icono barcelonés tan típico como entrañable.
La definición parece poco respetuosa con el verdadero valor patrimonial de los extintos locales de comidas. Sobre todo, porque no explica por qué estaban ahí: porque eran el único espacio disponible para acoger a un enorme número de comensales en las cercanías del puerto pesquero. Si, porque aunque el periódico no lo menciona, los empleos creados, que eran muchos, se cubrían con personal del barrio, muchos de ellos pescadores y familia.
Tampoco robaban kilómetros de mar, pero eso es ya casi una soflama. La pretendida “apertura al mar” de la ciudad olímpica se quedó… en las playas de la vida olímpica y en los lujosísimos bloques de primera línea hasta el barrio del Besós, la mayoría por encima del millón de €, alguno con piscina en cada piso… lo “típico” de la costa, vamos.
De hecho, la Barceloneta del final de la Posmodernidad ha sido (es) lo menos parecido a la Barceloneta tradicional, con una extraña mezcolanza de apartamentos turísticos para vivir as a locals, gente mayor del barrio que se negó a marchar a pesar de las presiones y los precios al alza y como no, nuevas marginalidades atraídas por su centralidad. Ya durante la pandemia, un incendio provocó una tragedia que sacó a la luz el nivel de degradación que escondía el barrio. La nueva Barceloneta turística, convertida en puro recurso de márquetin global, las contradicciones absurdas se habían adueñado de las calles y de la playa “libre” para construir un espacio falso, en el que ya nada era auténtico. ¿Por qué venían turistas a ver aquellos despojos? Pues probablemente porque habían odio hablar de La Barceloneta, el barrio más auténtico. Habían odio hablar… pero no habían leído La Vanguardia!
Si la hubiesen leído en aquellos momentos sabrían que por fin la ciudad había recuperado la fachada marítima, y ya no vivia de espaldas, sino que mas bien se pasaba el día en la playa… En realidad, lo que pasó es que se atrajo al tipo de turismo que en un tiempo había acabado con el prestigio de la playa de Lloret de Mar (recordemos aquel barrio lleno de hoteles que se llamó “el Peñón de Gibraltar”.
Los turistas globales llegaron. Los locales, los barceloneses, marcharon porque… sin el atractivo del pescado fresco y bien cocinando ¿por qué ir a una playa como otra pero más llena y con el agua “menos limpia”? Pero sobre todo, porque ir a una playa dominada por lo que se llamó “el turismo de borrachera” y con precios al alza? El ataque final se hizo sobre las viviendas. No sobre todas, sino con preferencias por su situación respecto al mar. La imagen siguiente es de 2017, y aunque “sólo” acudieron 200 vecinos, es bastante elocuente de lo que sucedía 25 años después de la Limpieza Cultural de la playa.
La Barcelona posmoderna toca a su fin, para alegría de mucha gente y, ¿saben qué? no es imposible que veamos volver a levantarse los chamizos en la playa. Y tampoco es imposible que cuando llegue el momento, a La Vanguardia le parezca bien…