Una memoria de la Posmodernidad geográfica, escrita en 2011.

Resumen:
En presente escrito considera el Planeamiento de base Patrimonial dentro del esquema interpretativo diseñado por G. Dematteis, en su artículo “Un paso al NW para el planeamiento. Se tratará de demostrar que este enfoque de planeamiento tiene, en su propia esencia, capacidad para salir de la lógica cerrada de los enfoques tradicionales y a la vez incorporar algunos elementos interesantes de cada uno de ellos. Se definen las características exigibles a un planeamiento de éste tipo.

Abstract
This writing consider Heritage based Planning within the interpretative scheme proposed by Italian geographer G. Dematteis in his article”A NW passage for planning”, and will attempt to show that this planning approach has, in its very essence, the ability to get out from traditional approaches closed logic, while incorporating some interesting elements of each of them. Main characteristics of this kind of planning are exposed.

Un interesante cuadro interpretativo

Uno de los escritos más sugerentes del geógrafo italiano Giuseppe Dematteis es “Un paso al NW para el planeamiento1“, en el que analiza los diferentes enfoques presentes en el planeamiento contemporáneo en función de cómo entienden el paisaje y de en qué medida centran su atención en las “cosas” presentes en el territorio o en los “sujetos” que lo pueblan. El otro parámetro de análisis es si consideran el paisaje más como un símbolo o como un modelo, esto es como una abstracción reducida, manejable y pretendidamente objetiva, de la realidad. A continuación, de ese análisis deduce el tipo de planeamiento que aplica cada una de las tendencias. Hay que tener en cuenta que, para el autor el paisaje es una forma metafórica de interiorizar el territorio, y por lo tanto, no es real, si no únicamente una interpretación.

El mecanismo es fijar dos ejes de referencia, en el que a la abscisas corresponde calcular en qué medida se está pensando en el paisaje como símbolo o como modelo, y en el de las ordenadas se evalúa si el interés se centra en los objetos o en los sujetos.

Se aprecia, en el cuadrante NE, la concepción de paisaje más clásica de la geografía humana, aquella en que se contempla el paisaje como resultado de unas ciertas relaciones sociales a lo largo de la historia. Estas relaciones serían del tipo causa-efecto y, como tales, se pretenden objetivas, incluso “científicas”, dentro de las ciencias sociales.


En el cuadrante SE se localizaría la concepción ambientalista, que viene a considerar el paisaje como el aspecto visual de los diversos ecosistemas y, en última instancia los humanos vendrían a ser un componente más de esos ecosistemas. Pero también hay lugar en el cuadrante para las concepciones más técnicas, aquellas que pretenderían ordenar el medio de acuerdo con los intereses de los humanos, que serían objetivos. Como lo sería siempre la actuación de los ingenieros, que buscan perfeccionar los sistema. Es el caso típico de la canalización de un río. Ambas visiones se consideran a sí mismas puramente objetivas y científicas.

En el sector SW es, quizá, menos evidente la base ideológica, pero puede que sea incluso el mayoritario en la actualidad. Incluye un amplio espectro de aproximaciones humanistas y “percepcionistas2” que relacionan de diversas maneras nuestras acciones externas con nuestra percepción interna. Se basan en la forma física del paisaje, que también consideran susceptible de ser alterada a voluntad, pero le dan un importante papel a la influencia que la forma, el aspecto del media, pueda tener sobre la vida de los humanos.

El cuadrante NW, que cobró fuerza durante la Posmodernidad, agruparía diversas tendencias, no muy homogéneas, que consideran el paisaje como una creación puramente interna de la persona que lo contempla. El paisaje estaría, por tanto, condicionado por el bagaje cultural del espectador, más que por su naturaleza física. Una frase de Carlo Socco lo expresa así:

“Todo paisaje, habitado o no, es cultura. Esto es, una forma de significación y comunicación”


En conjunto, se puede considerar que estas cuatro interpretaciones geográficas del paisaje son excluyentes entre sí, incluso antagónicas. Como resultado, cuando se aplican al planeamiento, que en esencia no es más que intervenir sobre el paisaje según lo que en éste se ve, generan formas de actuación que también pueden ser consideradas antagónicas entre sí. Hay que tener presente que cada una de las posturas se considera a sí misma como la correcta, la única, excepto quizás la NW, que por su propia naturaleza posmoderna, no debería pretender ser la “verdadera”.

De manera que, continuando con su exposición, en una segunda instancia el autor refleja en un cuadro similar y basado en la misma propuesta, las diversas aproximaciones posibles al problema de la actuación sobre un territorio: el planeamiento. En el eje de las ordenadas se valora el paisaje en función de si se consideran más los objetos o los sujetos en él presentes. Esta visualización se ha mostrado muy útil para situar las diversas aproximaciones, pero lo es aún más cuando consideramos la manera en que se actúa sobre el territorio, aunque en realidad sobre lo que se pretende actuar es sobre el paisaje, que es lo quede aquel se percibe. Veamos una imagen del original:

Como vemos, en el cuadrante NE se sitúa el planeamiento más convencional, basado en el zonning, que es sobre todo una regulación de los derechos de usos del suelo basado en criterios sociales. En el SE el planeamiento ambientalista e ingenieril, que dejaría de lado buena parte de los planteamientos culturales y sociales. En el SW se sitúa el diseño urbano y la arquitectura del paisaje, que da prioridad a expresiones más o menos artísticas que pretenden, en última instancia, crear espacios más amables e interesantes para la vida cotidiana.

La calificación de “Planeamiento fuerte” o “planeamiento débil” refleja la voluntad de actuar sobre el territorio físico de manera más o menos contundente, de transformarlo más o menos. Pero también, y esto es importante, el hecho de que se quiera imponer la voluntad de planeador. Lógicamente, cuanto más seguro esté el urbanista de que su visión es la correcta, más fuerte pretenderá que sea su planeamiento, ya que éste sería “el correcto”.

Dematteis nos explica con detalle cómo esas tres visiones son cerradas en sí mismas, en el sentido de que las tres piensan que han dado con la solución correcta al problema de la intervención en el territorio. Y propone, para abrir el campo de visión, hacer pasar cada proyecto por filtro de enfrentarlas a las otras visones. Y en particular, por el cuadrante NW, que no tiene comparación con el resto y que implica la aceptación de que el paisaje es, básicamente, una construcción mental personal, en la que evidentemente, se manifiesta todo el bagaje cultural que arrastra cada uno. El significado percibido dependerá, en gran medida, de ese bagaje.

De manera que, lo que Dematteis llama “el paso al NW del planeamiento4” sería, en resumidas cuentas, el aceptar que nuestras actuaciones tienen una orientación condicionada por nuestro propio pensamiento, y que hay que aceptar ese hecho para poder valorar las bondades, y los defectos en su caso, de los otros enfoques. Sacándolos de su pretendida certeza, se contemplan relativizados, en tanto que, si el paisaje sobre el que actúan no es realmente como se ha considerado, si no que está marcado por la percepción de quien lo ha descrito, se pone en duda cada una de las visiones, abriendo la puerta a interpretaciones más variadas. Aceptando, de paso una polisemia territorial, el hecho de que un mismo paisaje transmita mensajes diversos que dependen de los espectadores. Evidentemente, esto tiene una implicación inmediata en el planeamiento que se va a aplicar, ya que en realidad, se aplica sobre un paisaje “distinto,” ya que al variar la manera de mirarlo, varía también el paisaje, y varía la solución correcta a aplicar idea.

El encuadre del planeamiento de base Patrimonial

Ahora la cuestión es: dentro de este esquema, ¿dónde se enmarca el planeamiento de base Patrimonial? Vamos a ver. Se podría argumentar que entra de lleno en el sector SW, si se acepta que el diseño no es otro que el que el sitio tuvo durante un momento de esplendor. Así, la propuesta de mantener una colonia industrial como en sus mejores tiempos, aún sin la actividad original, estaría centrada en el objeto: los edificios, los otros elementos construidos y las relaciones que estos todavía mantengan entre sí. La consecuencia lógica de esta actuación sería considerar un estatus territorial del pasado preferible al actual. Como esto es inviable desde el punto de vista económico, porque aquella forma de producción ya no es rentable hoy.


Entonces, hay que pasar a aprovechar aquellos elementos que pudieran rentabilizarse, como símbolos o como activos turísticos. Pero para poner en valor estos activos, habría que explicarlos, explicando “in situ”, por ejemplo, la historia de la colonia. Pero también podemos cuestionar qué es lo que se debe explicar en cada lugar. Existe una interesante discusión académica, con poca trascendencia, también es verdad, sobre la polisemia del territorio. Resumiendo, se puede decir que se ha pasado de la estructura tradicional: objeto-significante-significado, a la dualidad significante-significado, en la que el significante tiene tanta fuerza que ha hecho olvidar su origen y remite aun cierto significado, que puede no tener ya nada que ver con la realidad. El significado, por su parte, puede haber cambiado si la conciencia colectiva sobre una determinada cuestión ha cambiado, pero no por la percepción individual de cada uno. Así por ejemplo, una chimenea de ladrillo puede haber representado durante su construcción el progreso, con el tiempo, un símbolo de explotación y hoy, un referente cultural que da sentido a una cierta forma de ser. Ésta estructura interpretativa dual ha dominado durante la modernidad, y aún ahora.

En la posmodernidad se ha postulado, en cambio, que lo que se ve depende de la percepción de cada uno y existiría una polisemia en el territorio, de manera que los elementos construidos, desde los edifico a los campos, tendrían significados diferentes según las personas que lo vieran.


Como se ve, este planteamiento encaja mejor con el sector NW, ya que el paisaje dependería, efectivamente, del bagaje cultural de cada espectador. La dualidad por el contrario, sería una imposición, al potenciar determinados símbolos se estaría transmitiendo un cierto mensaje. Se estaría “dogmatizando” sobre lo que debe ser el paisaje, y se estarían perdiendo significados posibles.
Con esta base, podemos ver que el planeamiento de base patrimonial no se corresponde con el sector SW, que busca esta forma dual de comunicación a base de intervenir sobre las cosas para expresar un cierto significado, definido de antemano. Se trata, más bien, en el planeamiento de base Patrimonial, de actuar sobre las cosa para permitir que estas emitan uno varios mensajes, según su propia historia, y teniendo en cuenta que esos mensajes nos pueden resultar totalmente desconocidos a la hora de hacer el plan. No los podemos controlar de antemano, al menos no completamente. Tenemos pues un mayor potencial, pero también más problemas para intervenir, porque existirían, en función de la percepción, variedad de “soluciones correctas”.
En el cuadrantes SE la prioridad es lo físico, y la manera de actuar, el planeamiento, se pretende contundente. Esto es lógico, porque se pretende partir de una base científica, mayormente biológica. El problema principal del enfoque es la mala acomodación que tiene la sociedad humana en él, ya que ésta actúa con una lógica que colisiona con la forma en que se desarrollan los procesos naturales. Su forma de actuar se basa en intervenir sobre las relaciones físicas entre los elementos, lo que se traduce con ordenamientos estrictos de actividades,
creación de santuarios y pasillos naturales en los casos de intervención más débil o, por el contrario, desarrollando toda suerte de infraestructuras potentes (viarias, hidráulicas) en los más contundentes. No por casualidad se sitúa completamente opuesto al NW.

Por último, en el NE encontramos el tipo de planeamiento que se puede esperar de una concepción básicamente social del paisaje, confiando los procesos a una legislación estricta. En este sector también se mezclan tendencia aparentemente antagónicas, pero que en el fondo, se comportan sobre el territorio de manera muy similar. Así, una interpretación de tipo “liberal” se basa en el zonning porque es el sistema que mejor refleja los derechos de propiedad del suelo, en sentido amplio. Pero también es el tipo de planeamiento preferido por los estatalistas e intervencionistas, ya que permite un control, incluso exhaustivo, de las transformaciones, de manera que éstas, en teoría, se pueden enfocar a conseguir un cierto objetivo. En este
cuadrante las actuaciones tienden hacia un cierto modelo social, que implicaría, un cierto paisaje, definido de antemano y que se considera ideal. Actuar con el patrimonio de esta manera implica contradicciones que ya han sido expuestas. Por ejemplo, el hecho de que en el pasado hubo varios momentos de esplendor, y se seleccionaría uno (más bien se inventaría) para convertirlo en objetivo.


En el cuadrante NW, “el paso buscado”, es donde el planeamiento de base Patrimonial si tiene su lugar. Como se indica en el cuadro, se trata de planear para sacar a la luz, mantener o potenciar una cierta coherencia interna del paisaje, que sería perceptible en cualquier lugar que albergara un cierto patrimonio. La coherencia interna (también subjetiva) le viene dada por el hecho de que en un momento histórico una sociedad funcionó sobre un espacio construido de una cierta manera. Es una coherencia que viene, a su vez del hecho de que sus constructores sacaron el máximo rendimiento del potencial que el entorno natural y social les permitía. Y del conocimiento que habían acumulado a lo largo de su historia. Esto, en un mundo en el que el despilfarro no era casi nunca posible, implica un cierto nivel de armonía entre el medio natural y
el medio construido, difícil de encontrar hoy, cuando la tecnología hace que todo parezca
posible y aún, sencillo.


Es por esta razón que los desarrollos contemporáneos nos parecen menos interesantes que los patrimoniales, pero esto tampoco es un dogma. Cualquier desarrollo contemporáneo que busque esa armonía, esa contención en el uso de recursos marcada por la escasez natural de estos y por no considerar interesante transformar sin más, se puede considerar que tiene una orientación patrimonial. Se puede aceptar que se está construyendo con vistas a que, tarde o temprano, se convierta en patrimonio, aunque esto no se exprese necesariamente mientras se realiza el proyecto.

En última instancia, el planeamiento patrimonial lo que buscaría es “dejar libertad” al territorio para que exprese “su propia lógica”. Esta idea no es más que otra metáfora, evidentemente, pero como tal metáfora nos puede resultar útil para comprender la realidad, como lo han sido otras metáforas como la centralidad o el propio espacio geográfico. Características del Planeamiento de base Patrimonial (PbP).

En función de lo expuesto, se pueden definir las características que definirían el PbP:

      1.El potencial patrimonial debe ser suficiente
      2.Presta atención a la Polisemia territorial
      3.No ser la única opción posible
      4.El Patrimonio no está aislado
      5.Reutilización de las trazas patrimoniales
      6.Coherencia interna

Veámoslas con más detalle:

1.Debe aprovechar un potencial patrimonial suficiente
Y no ser sólo una excusa para actuar. Para iniciar un planeamiento de base patrimonial debe existir un cierto potencial patrimonial. El territorio debe albergar una cierta cantidad de elementos con historia, o bien debe mantener estructuras espaciales, como campos o caminos, forjadas a lo largo de un proceso histórico.
No basta tampoco con que se reconozcan muchos elementos. Estos deben mostrar una cierta variedad, y deben estar localizados de manera que sea posible su explotación para el planeamiento. Con todo, la experiencia demuestra que en gran cantidad de lugares no resulta difícil, buscando, encontrar elementos patrimoniales.

2.Debe dar prioridad a una posible Polisemia Territorial
El PbP no debe conducir a un “paisaje finalista”, que “emita” un mensaje predefinido. Se parte de la idea de que, con lo que sabemos actualmente sobre planeamiento, no es posible ya creer que se construirá el espacio de una determinada manera. Por el contrario, hay que potenciar que el mismo paisaje, aún el mismo elemento patrimonial, emita mensajes diversos, en función de los receptores.
Así, cuando se estructura un parque patrimonial de manera que “explique una historia”, ésta debería ser una historia abierta, una serie de “historias posibles”. Basadas, claro está, en hechos y en testimonios edificados, pero no en dogmas ni en interpretaciones restrictivas.

3.El PbP no es el único planeamiento posible
Ya se ha expuesto que, a diferencia de lo que pretenden otras escuelas de planeamiento, el PdP no se considera a sí mismo como el único posible, ni tampoco el que aplica las soluciones objetivas. Sencillamente se trata de plantear el planeamiento actual en función de un conocimiento del territorio que se generó a lo largo del tiempo, por lo que se considera que puede reunir una lógica locacional interesante. Así por ejemplo, derribar unas casas antiguas para trazar una nueva avenida fue un ideal de la Modernidad5 , y sería aberrante para el PbP, pero ésto no significa que una opción sea buena y otra “mala”. Sencillamente, cada una tendrá unas implicaciones diferentes para la conciencia colectiva y para la manera en que sea habitada la ciudad.

4.No está aislado
El objetivo final del planeamiento no es el patrimonio en si, ni aún su conservación, que son éstas cuestiones propias de la rehabilitación y de la museística. No. El objetivo es incorporar el patrimonio a la vida cotidiana de las personas para que aporte su carga simbólica y aún emocional.

Es por ello fundamental planificar para que los elementos patrimoniales trabajen para el conjunto del territorio, y no para que supongan trabas. Su papel principal debería ser el generar conciencia de lugar, transmitir sensaciones, crear bienestar. Pero existen otras posibilidades de participación en el conjunto. Su aislamiento debería ser la última opción.

5.Incentiva el reciclaje de los patrones de asentamiento
Además de los elementos construidos, pueden existir una o varias culturas de la ocupación del territorio, que llamamos patrones de asentamiento y que han dejado trazas, en ocasiones, muy contundentes6. De la misma manera que algunos elementos constructivos son seleccionados como representativos de un lugar y repetidos después (con mayor o menor fortuna) en construcciones modernas, los patrones, la forma de construir el territorio, pueden ser aislados, definidos y “repetidos” con la misma u otra escala, y con mayor o menor fidelidad. La idea es que contienen una cierta sabiduría, un conocimiento conseguido por un prolongado contacto con el medio, y al reproducirlos, ese conocimiento nos ayuda a construir el presente.

6.Búsqueda de la coherencia interna
La coherencia interna del proyecto PdP es, a fin de cuentas, el factor determinante. Dado que no se apoya en una pretendida objetividad, deberá al menos argumentar su subjetividad. Y la coherencia, explicada o incluso sin explicar, es el factor decisivo.

Esto quiere decir que las actuaciones deben tener en cuenta la manera en que el espacio construido funcionó en el pasado. Si se amputan partes esenciales de un sistema, el conjunto pierde significado, aunque se salven los elementos más “espectaculares” del mismo. Es el caso típico de una masía, que incluye diversos elementos, además de la cas, como los campos, los caminos o un pequeño bosque. Si transformamos todo el espacio y conservamos el edificio principal, aunque éste sea magnífico, estamos creando un espacio que ha perdido gran parte de su significado. Al final, convertida en restaurante y rodeada de naves industriales, la masía más
que hablarnos, “calla”, por falta de argumentos…

A modo de Conclusión

El planeamiento de base Patrimonial se nos muestra, a la luz de lo expuesto, como una opción que en absoluto es la única posible ni a un la mejor, pero que si aspira a ser la más coherente, siempre que seamos capaces de interpretar correctamente el legado patrimonial existente. La corrección o no de esa interpretación dependerá, sobre todo, de que se haga visible sobre el territorio la coherencia interna que éste tuvo en uno o varios momentos históricos. Esa coherencia interna viene dada por el hecho de que se actuó, durante la construcción del territorio, en base a los conocimientos acumulados durante un largo proceso de adaptación al medio natural del lugar. Incluso allí donde se fracasó, pongamos por caso un asentamiento perdido por un desastre natural), el hecho sería coherente, ya que indicaría la imposibilidad de habitarlo.

Sobre esta base teórica es posible no sólo localizar el Planeamiento de base Patrimonial, si no también enunciar las directrices que lo han de definir, tal como han sido expuestas, y que en conjunto son una guía de actuación suficiente como para plantear un planeamiento tipo PdP allí donde sea posible.

Bibliografía
DEMATTEIS, G Progetto implicito. Franco Angeli. Milano, 1995
DEMATTEIS, G. “Le Metafore Della Terra – La Geografia Umana Tra Mito E Scienza”. Milano, 1985
MINCA, C Postmodern Geography: Theory and Praxis. Wiley-Blackwell, 2001.
SABATER, J & SCHUSTER, M Ed. Planning the Llobregat Corridor. UPC-MIT. Barcelona –
Cambridge (MA), 2000

Notas

  1. Un passaggio a nord-ovest per il paessagio”, publicado primeramente en I piani paesistici: uno stimolo a ripensare il paessaggio geografico, Rivista Geografica Italiana”, nº96, 1989 pag 445-457. Fue publicado de nuevo en DEMATTEIS, G Progetto implicito. Franco Angeli. Milano, 1995.
  2. Dematteis lo expresa con esta palabra, que describe bien la actitud de un gran número de arquitectos y que los confrontaría con la mayoría de ingenieros.
  3. SOCCO,C (1998) “La polisemia del paesaggio”. Seminario internazionale Il senso del paesaggio, organizzato dall’Istituto Superiore di Scienze Umane e dal Dipartimento Interateneo Territorio, Torino, 8-9 maggio 1998.
  4. En alusión a la histórica búsqueda de “un paso navegable al NW” que permitiera acortar las navegaciones desde la costas E a la W de Norteamérica.
  5. Véase el Plan de Le Corbusier para Barcelona, hacia 1933, que contemplaba el derribo de buena parte del casco antiguo para el trazado de unas calles en muy anchas.
  6. Un caso evidente es el Centuriato romano en el Mediterráneo, pero los patrones de asentamiento son perceptibles en gran número de lugares.